A partir de 1960 fueron muchos los trabajadores extranjeros que vinieron a Alemania con el propósito de reconstruir lo que la guerra había destruido casi completamente. Primero de países cercanos y luego de otras partes del mundo. Se pagaba muy bien a los trabajadores y pronto se les ofreció la oportunidad de traer a sus familias, lo que se dio en llamar ‘unificación familiar’. A partir del año 2000 e incluso antes muchos han llegado de América Latina a causa de la violencia que ejercían los estados y la situación económica de injusticia e incertidumbre que se vivía y se sigue viviendo lamentablemente. Me animaría a decir que hoy son menos los españoles que los latinoamericanos que llegamos a Alemania.
La Iglesia en Alemania entendió pronto que tenía ‘la misión’ de atender las cuestiones de fe de esos inmigrantes. Por esto creó misiones para atender a polacos, italianos, españoles, entre otros. Prácticamente todas las diócesis de Alemania han constituido misiones para atender a los extranjeros en lo que es la vida de fe de cada uno. Es así que se nos llamó misión católica, española en un principio y luego ‘de habla hispana’.
Hoy que empezamos a sentirnos no solo como visita, sino que queremos sentirnos y vivir la comunidad, nos queremos llamar justamente así, Comunidad (Gemeinde) de habla hispana. Esto de ser comunidad conlleva una responsabilidad importante para cada uno de nosotros. No solo nos reunimos para celebrar la misa en nuestro idioma, que es importante, sino que la vida comunitaria, se sigue desarrollando un poco más allá. Lo que caracteriza a la comunidad es ser fraterna, solidaria y misionera.
La comunidad la conformamos todos, desde el sacerdote hasta el último bautizado; el que busca un sacramento hasta el que se alejó porque lo trataron mal; desde el que hace mucho está en la comunidad como aquel migrante de habla hispana que ayer llegó a Alemania y quiere seguir rezando en su idioma…
Todavía estamos a tiempo de decidirnos y tomar conciencia: o nos consideran misión, la Iglesia en Alemania, y se preocupan por darnos un sacerdote que haga misa y podamos ir a oír y entender en nuestro idioma; o podemos animarnos al desafío de ser comunidad.
Sigamos pidiendo a Dios nos ilumine para discernir qué es lo que Él, espera de nosotros como católicos aquí en Alemania. Queridos hermanos, que el Espíritu Santo que viene en Pentecostés sople fuerte en nuestra comunidad, en la Iglesia que está en Alemania y en el mundo entero. Dios los bendiga siempre.
P. Oscar
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